El cine puede convertirse en tu próximo psicoterapeuta


Aunque no lo creas, las películas de cine pueden convertirse en un poderoso aliado para complementar los tratamientos de psicoterapias, es que ¿quién no se ha sentido inspirado por el protagonista de alguna película, o quién no ha querido convertirse en héroe por un día? Cuantas veces al ver una película descubrimos que el mal humor que hemos acumulado durante el día se ha desvanecido, al contrario, si has enfrentado tus miedos tal vez te queda una sensación de desazón.

Las imágenes, la música, la ambientación, la historia, el color, los planos y las luces de las películas o series no pasan desapercibidos y actualmente están siendo utilizados como un elemento de ayuda en el trabajo de un psicólogo.

¿En qué consiste?

Esta técnica de ayuda por medio de las películas o series se denomina «filmoterapia» y consiste en usar el cine como complemento de las sesiones de una terapia psicológica. También se le conoce como «cineterapia» y la base de esta terapia no se trata únicamente de que el terapeuta recomiende a su paciente mirar una película por que sí; es imprescindible que el psicólogo o terapeuta ayude a descubrir qué se esconde detrás de las imágenes, <bqué mensaje se puede obtener, además es importante que el psicólogo vea la película no como un entretenimiento sino como un instrumento terapéutico.

El objetivo al mirar la película es que a través de ella o de escenas concretas, la persona sea capaz de movilizar una serie de capacidades que de otra forma resultaría mucho más difícil. La idea es trabajar de forma indirecta un problema.

La clave se encuentra en que las películas actúan como metáforas donde el espectador contempla como encontrar soluciones a sus problemas, también puede encontrar fuerzas internas o desarrollar emociones positivas de las que no estaba consciente.

Este tipo de terapia no es nuevo, nació siguiendo los pasos de la biblioterapia, es decir, el uso terapéutico de libros. Sin embargo hoy por hoy, las imágenes dominan el mundo y nuestra cultura audiovisual es superior a la de hace algunos años y de allí nace la filmoterapia.

Si bien es cierto que cuando leemos un libro o vemos una película, muchas veces nos sentimos identificados con ciertos personajes o ciertas situaciones y esta, precisamente, es la ventana que utiliza la filmoterapia: el espectador/paciente se puede ver reflejado en el personaje.

¿Cómo se usa y cuáles son sus beneficios?

Un tratamiento psicológico no funciona hasta que se den ciertas condiciones: primero asumir que el problema es mío y segundo ser capaz de asumir el papel de observador y analizar el problema desde una perspectiva objetiva. Este proceso, se facilita mediante la filmoterapia, por ejemplo: si un alcohólico es incapaz de reconocer su adicción, se pueden utilizar películas que muestren comportamientos de personas que sufren alcoholismo.

Las terapias siempre deben seguir las pautas puestas por los psicólogos; muchas veces las tareas se hacen en casa; si en lugar de eso, la película se ve durante la consulta; después se puede dejar como tarea analizar una escena con ciertas instrucciones y en la siguiente sesión se puede trabajar sobre las conclusiones o reflexiones que dejó la película.

Independientemente de cómo una película puede ayudar en una terapia psicológica, las películas tienen beneficios psicológicos para todos, entre ellos:

• Genera emociones positivas.

• Nos enfrenta a nuestros miedos.

• Ayuda a enfocar los problemas.

• Se experimentan las pasiones de los personajes sin sufrir sus efectos.

• Es relajante.

• Ver una película nos motiva.

• Pueden hacernos reír.

• Entramos en contacto con lo más íntimo de nuestro ser.

• Se desarrolla la creatividad.

• Ayuda a replantearse las actitudes negativas.

• Ir a cine aumenta y mejora las relaciones sociales.

• Provocan reflexión.

• Pueden ayudar a asumir pérdidas.

• Nos hacen sentirnos orgullosos.

• Nos ayuda a ser conscientes de nuestras fortalezas psicológicas.

Algunas de las películas recomendadas para despertar emociones incluyen:

• Para animarse: All that jazz, de Bob Fosse.

• Para enfrentar tus miedos, atacarlos y reflexionar sobre ellos: Mar adentro, de Alejando Amenábar.

• Para relajarnos: Harry Potter y la piedra filosofal, de Chris Columbus.

• Para motivarnos para lograr un objetivo: Cadena perpetua, de Frank Darabont.

• Para afrontar una pérdida: No sos vos, soy yo, de Juan Taratuto.

• Para cambiar nuestra forma de ver las cosas: La lista de Schindler, de Steven Spielberg.

• Para descargar adrenalina: 300, de Zack Sneyder.

• Para ver las consecuencias de plantear objetivos a través de un perfeccionismo patológico: Cisne Negro, de Darren Aronofsky.

• Ayudar a entender cómo la actitud puede más que las barreras físicas o sociales: Mi pie izquierdo, de Jim Sheridan.


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