Para aquel entonces, Mandel se encontraba viviendo en un país que se encontraba bajo el régimen comunista y al igual que para la mayoría de los rumanos, Mandel tuvo que lidiar con la escasez de alimentos y la pobreza.
A pesar de tener una mente brillante, el economista recibía un salario mensual de apenas unos U$88 dólares con los que tenía que sustentar a su esposa y a sus dos hijos. Por este motivo, Mandel tuvo que buscar una manera de «ganar más dinero y de manera rápida».
En lugar de entrar en el mundo del crimen, como muchos hubieran hecho en este caso, el «filósofo-matemático» como se define él mismo, tuvo una idea muy diferente: ganar la lotería.
Es bien sabido que es mucho más fácil que a alguien le caiga un rayo que ganar la lotería, así que ¿quién podría poner su confianza únicamente en ganar la lotería?